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Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores (Informe UCA)

El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA y la Fundación Navarro Viola presentan una nueva línea de investigación: el Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores.

Según surge del primer informe denominado Condiciones de vida e integración social de las personas mayores ¿Diferentes formas de envejecer o desiguales oportunidades de lograr una vejez digna? el 15,4% de las personas mayores expresa sentimientos de infelicidad, cifra que adquiere relieve cuando se la compara con el 9,4% de la población entre 18 y 59 años. La mayor frecuencia de la infelicidad entre las personas mayores no debe opacar el hecho de que para el grueso de las personas mayores la felicidad no sea un problema. Estos y otros resultados sobre recursos psicológicos y capacidades sociales, recursos monetarios, estado, atención y necesidades de la salud, hábitat, vivienda y derecho a la ciudad serán presentados el próximo 18 de marzo a las 18 hs. en el Auditorio Santa Cecilia de la Universidad.

La población de referencia en este estudio son las personas de 60 años y más, cuyo volumen orilla los 6 millones, un segmento demográfico de un crecimiento vertiginoso en los últimos 70 años (desde el censo de 1947 se sextuplicó).


A medida que aumenta la edad se incrementan las personas que se consideran nada felices. Esto se aprecia mejor si se introducen los grupos de edad, tanto dentro del conjunto de las personas mayores como dentro de la población de hasta 59 años. La infelicidad es bastante más frecuente entre los de edad más avanzada (75 años y más, 17,5%) que entre los de 60 a 74 años (14,6%). Sin embargo, este diferencial es mucho menor al encontrado al interior de la población de hasta 59 años: en el grupo de los más jóvenes (18 a 34 años) la infelicidad alcanza al 7,4%, mientras que entre los de 35 a 59 años, al 11,5%. La infelicidad aumenta durante el proceso de envejecimiento, si bien una gran mayoría se considera feliz o muy feliz.

La diferencia en cuanto a esta dimensión entre varones y mujeres mayores es mínima, pero siempre a favor de los varones, quienes acusan un poco menos de infelicidad que las mujeres. En comparación con otros indicadores psicológicos, la brecha según el sexo es casi inexistente. Aunque un poco mayor, tampoco es significativa cuando se analiza la población de entre 18 y 59 años. No obstante, cualquiera sea la edad, es posible encontrar mayor infelicidad entre las mujeres que entre los varones.

Si bien la diferencia entre sexos no es importante, sí lo es el nivel educativo. La menor educación (hasta secundario incompleto) va acompañada de mayor infelicidad (17,5%), mucho mayor que la encontrada entre los que como mínimo han finalizado el nivel secundario (12,1%). De todas maneras, la brecha referida a la educación es menor entre las personas mayores que en la población de hasta 59 años, donde la diferencia en lo que respecta a la infelicidad es muy marcada entre quienes tienen distintos niveles educativos. En algunos aspectos, como este, la mayor edad atempera las diferencias.

En casi todas las dimensiones psicológicas y de capacidades sociales estudiadas, la condición educativa de las personas mayores tiene un peso muy importante. Se trata de un universo demográfico (nacidos antes de 1955) que no tuvo las oportunidades educativas que caracterizan a las generaciones más jóvenes: las fuentes censales señalan que solo el 27,7% de las personas de 60 años y más completaron la educación secundaria. El grueso (72,3%) su nivel máximo de instrucción es el secundario incompleto.

La infelicidad se presenta como una carencia en mayor medida en el nivel socioeconómico más bajo: mientras que es del 10% en las personas mayores del estrato más alto, es del 20,9% (el doble) en las personas mayores del estrato más bajo. Si bien se acentúa la infelicidad en el análisis (este es un estudio sobre la deuda social), no se puede dejar de señalar que 1 de cada 2 personas mayores del estrato más bajo han respondido que se considera “muy feliz”. Este diferencial por estrato es todavía mayor en la población de hasta 59 años; allí es poco frecuente encontrar infelicidad entre personas del estrato más alto. En la misma línea de lo sugerido al final de un párrafo anterior, en este caso la mayor edad ayuda a moderar las diferencias por nivel socioeconómico.

En lo que atañe al tipo de hogar, el mayor grado de infelicidad se encuentra entre las personas mayores que viven solas (21,8%). Es el factor que más condiciona la infelicidad, incluso algo más que el nivel socioeconómico. Vale aclarar que las diferencias entre estratos son abismales, pero la infelicidad entre las personas mayores que viven solas supera a la encontrada en las personas mayores del estrato más bajo. En la Argentina, una de cada cinco personas mayores vive sola.

Por así decirlo, el tipo de hogar que más ayuda contra la infelicidad es aquel donde conviven solo personas mayores, básicamente parejas de edad. Eso sugiere que, cuando uno de los dos queda solo, principalmente por viudez y pasa a vivir solo, la infelicidad se duplica.

La percepción del estado de salud también condiciona el grado en que aparece la infelicidad. La diferencia entre quienes declaran tener muchos problemas de salud o padecer enfermedades graves o crónicas y quienes declaran no tener problemas de salud es enorme: 20,2 y 11,1%, respectivamente. Vale señalar que de cada dos personas mayores, incluso con estados de salud críticos, una responde que se considera “muy feliz”.

¿Dónde se encuentran más frecuentemente las personas mayores que se consideran “muy felices”? En primer lugar, entre las del estrato socioeconómico más alto. En segundo, entre las que no tienen problemas de salud por un lado, y por el otro, las que viven en hogares solamente con personas mayores.


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